Una historia, una tradición, un amor

“Milagro, Milagro”, sorprendida y emocionada así gritó una humilde mujer llamada María Cárdenas, cuando veía como brillaba la imagen de la Virgen de Chiquinquirá en la Tablita que guindaba en la pared un 18 de noviembre de 1709.

Ella se la llevó a su casa y la utilizó como tapa de una tinaja. Ese día, la mujer se encontraba colando café y vio que en la tabla se dibujaba la figura de una virgen. Al rato escuchó unos golpes en la pared de la vivienda y cuando fue a ver lo que ocurría, observó que la imagen de la Virgen de Chiquinquirá brillaba.

Los vecinos se acercaron al hogar de María Cárdenas y con el resplandor de la imagen corroboraron el milagro de la aparición de La Chinita.

Han pasado 311 años que los zulianos honran a la Excelsa Reina y por tercera vez en Barranquilla, los venezolanos le rinden un homenaje.

Por Miguel Ángel González

NOVENA A LA VIRGEN DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MODO DE REZARLA

  1. Hacemos la señal de la cruz.
  2. Rezamos el Acto de Contrición. (Pedimos por nuestros pecados y hacemos el firme propósito de confesar nuestras faltas graves).
  3. Rezamos el Santo Rosario: Las tres primeras decenas.
  4. Hacemos la reflexión propia del día. Luego en silencio decimos la intención por la cual rezamos esta novena.
  5. Rezamos la oración final.
  6. Completamos las dos decenas finales del Santo Rosario.
  7. Nos despedimos con la Oración final.
Primer día
¡Oh Soberana Reina de los Cielos y tierra! Que fuiste elevada por gracia a un estado más sublime que el que tienen por naturaleza nuestros Ángeles custodios, yo te doy gracias por las buenas inspiraciones que me has prodigado toda la vida, y especialmente en este día; también te agradezco la renovación milagrosa de tu imagen del Rosario de Chiquinquirá, para proteger a tus fieles devotos; y te pido que, así mismo renueves con tu milagroso poder en el tosco lienzo de nuestros corazones la imagen de tu hijo benditísimo. Alcánzanos también la gracia que en esta Novena pedimos por la intercesión de tus Siervos San Andrés y San Antonio, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén. Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Primer día
Segundo día
¡Oh Madre! Tú estás sublimada por tu celo en cumplir las órdenes de Dios sobre el coro de los Arcángeles; Tú eres su Reina, y por tal ellos te reconocen; yo gratulo de tu grandeza, y doy por ello rendidas gracias a la Beatísima Trinidad, y te pido que te dignes encender en mi tibio corazón la llama ardorosa de un celo activo, prudente y eficaz. Tú, que diste a conocer el resplandor de tu gloria en la admirable renovación de esta Imagen tuya que veneramos, danos la gracia y concédenos lo que particularmente te pedimos en este novenario. Así lo esperamos conseguir a mayor gloria de Dios, por la intercesión de tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio; más, si no conviene a nuestra salvación, danos la conformación para aceptar gustosos las disposiciones divinas. Amén.
Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Segundo día
Tercer día
¡Oh Madre y Señora Mía! Tú fuiste la Virgen prudente elevada sobre el coro de los principados; durante el tiempo de tu peregrinación me diste ejemplos de esta virtud que impide el desorden entre los hombres. Siendo tu Sabiduría superior a la de todos los coros angélicos, también fue superior a la de ellos tu prudencia; te suplico, pues, que me alcances de Tu Divino Hijo esta virtud de la prudencia y que será refrenar los apetitos de la carne rebelde. Así lo espero conseguir por la intercesión de tus siervos San Andrés y San Antonio, y también la gracia especial que solicito en esta novena. Amén. Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Tercer día
Cuarto día
¡Oh fortísima Señora! que jamás fuiste vencida y siempre venciste a las potestades infernales. Mira, Señora, a que atrevimiento han llegado, pues pretenden borrar el culto católico de la faz de la tierra. Aprisionado el Vicario de Tu Divino Hijo, perseguida la justicia y triunfante la iniquidad, sin tu auxilio es de temer que sucumbamos; ven, pues, en auxilio de cada uno de tus devotos, y que todos sintamos los saludables efectos de tu protección al invocar tu patrocinio; Tú, que tienes poder sobre el coro de las Potestades, cuya Reina eres, puedes hacerlo así. Haz que tu sagrada Imagen de Chiquinquirá sea para todos, para Venezuela y para tus fieles devotos un escudo que nos defienda de los ataques infernales. Así lo esperamos alcanzar por la intercesión de tus siervos San Andrés y San Antonio, como también lo que particularmente te pido en este novenario. Amén. Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Cuarto día
Quinto día
Obedientísima Señora y Madre nuestra, que no rehusaste ninguno de los cargos que el Señor te encomendó; yo me aplaudo de verte elevada sobre el coro de las virtudes, así como me confundo al verme tan desemejante a ti por mis desobediencias: a la Ley Santísima de Chiquinquirá, ayúdame a tomar por modelo de humildad y obediencia, para que así logre mi salvación y el favor que, por intercesión de tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio, te pido en esta novena, si así me conviene. Amén.

Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Quinto día
Sexto día
Oh piadosísima Señora, llamada con verdad Espejo de Justicia, yo me felicito al verte elevada sobre el coro de las Dominaciones. Tú eres como el manantial de las cristalinas aguas de las misericordias, por esto, confiadamente te pido que me alcances la gracia de practicar en toda la virtud de la justicia apartándome de lo malo y obrando siempre bien, para que después merezca gozar del paraíso al lado tuyo. Si, Virgen amantísima de Chiquinquirá, concédeme eso y lo que te pido en esta novena poniendo por intercesores a tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio. Amén.

Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Sexto día
Séptimo día
¡Oh Virgen purísima, Silla de la Sabiduría! Tú que eres la Reina del coro de los Tronos, eres también la Madre del Verbo Eterno. Yo te alabo y te bendigo, y al oír de tus divinos labios que tú eres la madre de la Santa Esperanza, te suplico que ruegues por mí a tu divino Hijo, a fin de que no desconfié jamás de sus misericordias, y apoyado en el valor infinito de los méritos de Jesucristo, alcance el trono de gloria preparado para los que te aman. Tú, poderosa Señora, que nos diste tu bendita Imagen de Chiquinquirá, concédenos por la intercesión de San Andrés y San Antonio, tus siervos fieles lo que te acabo de suplicar, y lo que particularmente te pido en esta novena, si me conviene. Amén.

Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Séptimo día
Octavo día
Oh esclarecida Reina de los Querubines, Tú por tu firme, constante y fervorosa fe mereciste ser colocada más cerca del Divino Sol que a todos ilumina. Yo te ruego me concedas una muerte justa, para ir a gozar de las inefables delicias que tú gozas en el Paraíso Celestial en compañía de los abrasados Querubines y de toda la augustísima Corte del Cielo. Te ruego, Señora mía, te dignes desterrar de nosotros los aires malignos que nos apestan, y danos abundantemente los frutos de la tierra; si el verano secare nuestros campos, envíanos aguas tempranas; si estas ahogaren los granos, haz que se suspendan por el tiempo necesario para la germinación de nuevas plantas y danos, finalmente, amorosísima Madre de Chiquinquirá lo que solicitamos en esta novena, pues te lo pedimos confiados del valimiento que para tí, tienen tus fieles siervos de San Andrés y San Antonio. Amén.

Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Octavo día
Noveno día
¡Oh, Reina Soberana de los encendidos Serafines! Cuánto me regocijo al verte elevada sobre todos ellos y ardiendo con mayor pureza e intensidad, y con más vehemencia abrasados en el divino fuego. Mira esta egoísta sociedad moderna que muere por falta de amor y que parece tiene su vida alimentada por el odio que la despedaza; mira la familia, casi destruida por el frío glacial que reina entre sus miembros; mírame sobre todo, a mí, y ve Señora, cuán duro es el hielo que cubre mi tibio corazón; derretido, Señora, en el amor divino, despiértame del profundo letargo en que está desde hace tanto tiempo ,y así como por amor a tus siervos fieles renovaste tu Imagen del Rosario de Chiquinquirá, renueva las fibras de mi endurecido corazón y vuélvelas como blanda cera. ¡Oh piélago de amor divino! Ruega por nosotros, infunde en nuestros pechos una centella del fuego en que tú abrasas. Tú eres protectora de la fe: convierte a tus siervos descarriados, y haz que todos no pierdan nunca la fe católica; mira que en este pueblo renovaste milagrosamente tu sagrada Imagen del Rosario de Chiquinquirá, y en el recibiste fervoroso culto. Te lo pedimos, colocando por intercesores a tus siervos San Andrés y San Antonio. Amén.

Se rezan cinco Avemarías en reverencia del Santo Rosario, después hágase la petición con fe y devoción. Luego se reza la oración final.
Noveno día
Oración final
Omnipotente y Sempiterno Dios y Señor Nuestro, que eres la esperanza y el consuelo de todos los afligidos que te invocan, y quisiste que todos los bienes espirituales que tenemos, y los que esperamos alcanzar, nos vengan por mano de la Santísima Virgen María, dignísima Madre nuestra; otórganos que todos los que veneremos piadosamente tu nacimiento en carne mortal, y te roguemos delante de esta milagrosa imagen, sintamos el perpetuó socorro de su patrocinio y seamos libres en el cuerpo y en el alma, de toda tribulación. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración final